Circulación renal.
Anatomía de la circulación.
La arteria renal, que penetra en el riñón por su hilio, transporta en torno a una quinta parte del gasto cardíaco; esto representa el mayor flujo sanguíneo específico por tejido de todos los grandes órganos corporales (cerca de 350 ml/min/100g de tejido). Como consecuencia de esta generosa perfusión, la diferencia arteriovenosa renal de oxígeno es mucho mas baja que la de la mayoría de los tejidos restantes. La arteria renal se bifurca varias veces tras su entrada en el riñón y después se divide en las arterias arqueadas, que discurren, en forma de arco, a lo largo del límite entre la corteza y la parte externa de la médula. Los vasos arqueados dan lugar, en ángulo recto, a las arterias interlobulares, que viajan a la superficie del riñón. Las arteriolas aferentes que irrigan los glomérulos surgen de los vasos interlobulares.
Dos lechos capilares.
La circulación renal es poco común, ya que origina dos lechos capilares distintos:
- Lecho glomerular.
- Lecho peritubular.
Estas 2 redes capilares se disponen en serie, de forma que todo el flujo renal atraviesa ambos. Cuando
la sangre abandona el glomérulo, los capilares convergen en la arteriola eferente, pero casi inmediatamente los vasos se dividen de nuevo para formar la red capilar peritubular. Esta segunda red de capilares es el punto donde el producto de la reabsorción tubular vuelve a la circulación. La presión en el primer lecho capilar, el glomerular, es bastante alta (40-50 mmHg), mientras que en los capilares peritubulares es similar a la de los lechos capilares del resto del organismo (5-10 mmHg).
Cerca del 25% del plasma que llega al glomérulo atraviesa la barrera de filtración para convertirse en el filtrado. Las células sanguíneas, la mayor parte de las proteínas y en torno al 75% del líquido y de los solutos pequeños permanecen en los capilares y abandonan el glomérulo por medio de la arteriola eferente. La sangre postglomerular, que tiene una concentración relativamente alta de proteínas y hematíes, penetra en los capilares peritubulares, donde la alta presión oncótica debida a la alta concentración de proteínas facilita la reabsorción de líquido. Los capilares peritubulares convergen para formar vénulas y finalmente la vena renal.
Perfusión sanguínea de la médula renal.
La sangre que irriga a la médula también es postglomerular: hay vasos peritubulares especializados, llamados vasos rectos, que surgen de las arteriolas eferentes de los glomérulos más cercanos a la médula (los glomérulos yuxtamedulares). Igual que los túbulos renales medulares, estos vasos rectos forman asas en horquilla que descienden hacia la médula.
BIBLIOGRAFÍA:
"Anatomía con orientación clínica", Moore, 7a edición, Lippincott, 2013.
"Current Essentials of Nephrology & hypertension LANGE", Lerma, 1a edición, McGrawHill, 2012.
"Harrison's Nephrology and Acid-Base Disorders"- Jameson/Loscalzo, 1a edición, McGraw-Hill, 2010.
"Harrison Principios de Medicina Interna"- Longo, 18a edición, McGraw-Hill, 2012.
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